La impresion inicial al llegar a Bournemouth fue peor que cuando fuimos a Brighton. Las calles lucian mas tristes y nos cruzamos con varios locales y edificios de oficinas cerrados. La cosa fue cambiando conforme nos acercamos a la costa.
El paseo maritimo tenia mejor aspecto, no la alegria del de Brighton, pero pudimos sacar algunas buenas fotos con las casetas de colores junto a la playa de fondo (realmente yo nunca hago fotos, es mi novia, pero ahi me he tirado el pego). Siguiendo el paseo hacia la izquierda y subiendo en zigzag por unas rampas llegamos al Russell-Cotes Art Gallery & Museum.
Por el camino era curioso ver los variopintas figuras de metal que habia pegadas a la valla que nos salvaba de despenharnos por el camino. Realmente no hacia falta dar tanta vuelta, pero desconociamos su existencia y fue la ruta que nos sacamos de la manga.
El edificio se trataba de una mansion inglesa bastante antigua. Sus duenhos se habian dedicado a recolectar objetos en sus viajes alrededor del mundo en aquella casa que luego se convertitia en un museo y galeria de arte.
Tras atravesar el jardin japones (ni el primero ni el mejor de los que hemos visto) y pagar la entrada, pasamos a la galeria de arte, la cual de galeria tenia mucho, pero de arte tenia mas bien poco.
La mala ostia al preguntarme "y yo he pagado para esto?" se desvanecio en cuanto deje atras la galeria de arte y entre a la mansion. Era realmente impresionante, tanto el edificio en si como la cantidad de objetos que tenia, las fotos no le hacen justicia. Invertimos alli gran cantidad de tiempo, merecio la pena.
Luego estuvimos en un parque muy curioso no muy lejos del museo, junto al paseo, los "Lower Gardens". Paramos para merendar un gofre inmenso recien hecho que me pusieron en un chirinquito que hay dentro. Me atendio una chica de Europa del Este que apenas hablaba ingles.
Comparti mi gofre con mi novia y alguna que otra ardilla, tras lo cual nos fuimos al centro de la ciudad. Tenia tambien su encanto, aunque me quedo con el de Brighton. Luego volvimos, ya de noche, a la estacion, por las mismas calles tristes que vimos horas antes.
Como curiosidad destacar que en Bournemouth se encuentran los restos de Mary Shelley, la escritora de Frankestein.
Luego estuvimos en un parque muy curioso no muy lejos del museo, junto al paseo, los "Lower Gardens". Paramos para merendar un gofre inmenso recien hecho que me pusieron en un chirinquito que hay dentro. Me atendio una chica de Europa del Este que apenas hablaba ingles.
Comparti mi gofre con mi novia y alguna que otra ardilla, tras lo cual nos fuimos al centro de la ciudad. Tenia tambien su encanto, aunque me quedo con el de Brighton. Luego volvimos, ya de noche, a la estacion, por las mismas calles tristes que vimos horas antes.
Como curiosidad destacar que en Bournemouth se encuentran los restos de Mary Shelley, la escritora de Frankestein.
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